Tercera entrega.
A mediados del siglo XX, la República Argentina vivió profundas transformaciones en su estructura socio-económica. De esta manera, nuestro país no volvió jamás a ser el mismo.
En Azul, Ernesto María Malére Darhanpé triunfó en las elecciones de 1948, constituyéndose en el primer Intendente del Peronismo. Para él, la historia se reservó sinceras palabras de reconocimiento, pues su gestión fue destaca y valorizada incluso por férreos opositores políticos.
El perfil de la ciudad estaba definido. Tal como lo expresó Susana Sassone en su libro “Azul-Olavarría-Tandil. Un sistema urbano”, nuestra comunidad se destacaba en el interior bonaerense: "La posición geográfica y la evolución urbana de Azul hasta las cuatro décadas del presente siglo, actuaron como factores positivos para que se la eligiera espontáneamente como cabecera de unidades administrativas superiores a las del Partido, y es así que centralizó una amplia gama de actividades que establecen intercambios entre la ciudad y el área independiente...".
En 1950 se cumplió el centenario del fallecimiento del General José de San Martín, el padre la Patria, llevándose a cabo numerosos actos de los cuales participó la comunidad en conjunto, en especial los alumnos de todos los niveles educacionales.
En los primeros años de la década, tres personalidades trascendentes perdieron la vida. El 8 de mayo de 1952, a los 71 años, luego de un sinfín de obras culturales, dejó de existir el Dr. Bartolomé José Ronco. Su obra fue tan grande que la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular de Azul, no pudo menos que imponerle su nombre a la Institución, como así también, años después, la calle Alvear cambió su nombre desde la esquina del Museo Squirru, museo que resultara uno de los tantos legados de Ronco. Meses después, el 23 de octubre, a los 70 años, también murió el artista plástico Alberto López Claro. Las viudas, “Santa” Ronco y “Doña Emilia” López Claro, continuaron dándole vida a los maravillosos legados de sus esposos hasta mediados de los ’80, siendo ambas casi centenarias, reconocidas y admiradas por la comunidad.
Un año después, tras un acelerado deterior de su salud, el 25 de mayo de 1953, a los 79 años falleció Monseñor César Antonio Cáneva. Miles de fieles acompañaron el cortejo fúnebre hasta el Seminario donde fue sepultado, según su voluntad expresada en su testamento: “Declaro que no tengo herederos forzosos ni descendientes. He nacido pobre y pobre quiero morir. Todo lo que me ha venido de la mano de Dios...ha sido destinado para el culto...Recomiendo a la caridad de los fieles la última obra que he podido realizar: el Seminario Diocesano de Azul, en cuya Iglesia quisiera ser sepultado...”
Los comicios del 25 de abril de 1954 fueron auspiciosos, una vez más, para el peronismo azuleño. El triunfo fue considerado aplastante, pues el dirigente Alberto Rubens López Claro obtuvo 15034 votos frente a 9080 que apoyaron a su opositor, el radical, Juan Manuel Carboni. Sin embargo, la alegría de la victoria duró muy poco.
López Claro asumió en medio de convulsiones político-militares el 1 de mayo de 1955. A los pocos meses, a nivel nacional, hicieron crisis las tensiones militares que habían comenzado a manifestarse cuatro años antes y que ahora, con el apoyo del mundo político opositor al Peronismo, culminaron en la Revolución Libertadora. El derrocamiento del Presidente Juan D. Perón fue inevitable, asumiendo el General Lonardi.
Azul sufrió el enfrentamiento en carne propia cuando su Guarnición Militar, leal al gobierno constitucional, entró en operaciones y fue bombardeada en la Ruta Nacional N° 3, sufriendo múltiples bajas. Poco después, el 23 de septiembre, el gremialista Manuel Chaves, fue asesinado en la puerta de su domicilio, cayendo abatido por hombres de la Marina.
Con el desplazamiento de López Claro, Azul comenzó a vivir una etapa de inestabilidad política (quizá más grave que la del país), que no encontrará cause hasta la década del ’80. El 5 de octubre de 1955 se dio a conocer desde el gobierno de la provincia el decreto que designó Comisionado Municipal de Azul al Teniente Coronel Guillermo Rodolfo Sarmiento.
Una de las pocas obras del Comisionado, encierra una ironía, pues se le impuso el nombre de “Domingo F. Sarmiento” al Parque Municipal, a través del decreto 24.423/56 del 10 de enero de 1957.
Con la llegada del General Pedro E. Aramburu a la presidencia, se endureció la postura frente al peronismo y la situación llegó al límite. En Azul, el 30 de noviembre, quedó disuelto el Partido Peronista y también se vieron limitados los medios periodísticos, quienes se pusieron en un papel de aprobadores sin condiciones de los actos de gobierno.
Dos figuras antagónicas y destacadas visitaron nuestra comunidad: el Doctor Ricardo Balbín y el Presidente de la Nación, el General Aramburu.
El escribano Pedro Ramírez Drake asumió el gobierno municipal el 6 de marzo de 1957. Las palabras del discurso del Comisionado marcaron sus intenciones y las del gobierno por él representado “Solidarios con los principios y los fines de la Revolución Libertadora y animados por el espíritu de sacrificio, desinterés, tolerancia, comprensión y fe en el futuro de Azul, trabajaremos unidos para la prosperidad de nuestra pequeña patria”. Esta austera gestión municipal, tuvo como carta de presentación la habilitación del servicio de gas natural domiciliario.
En pleno clima de futuras elecciones la proscripción del peronismo molestaba a muchos de los partidarios de la ciudad, quienes intentaban reorganizar y afirmar el funcionamiento del aparato peronista. Además, este período se ve signado por turbulencias políticas que hacen difícil la conducción tanto del país como de sus ciudades. La Unión Cívica Radical, por su parte, se fragmentó en U.C.R. Intransigente y U.C.R. del Pueblo, intentando ofrecer una alternativa de gobierno que restableciera el orden constitucional. Sin embargo, su tarea no fue sencilla. Por un lado, el Peronismo se constituía en la fuerza con mayor caudal electoral, pero si se pactaba con ellos, “los proscritos”, para triunfar en una elección “con respaldo”, los militares hacían su entrada en escena, actuando como árbitros. Por el contrario, si no se pactaba con el Peronismo, el poder resultaba endeble y los “árbitros” volvían a intervenir. Así se planteaba el gran dilema argentino, problema que no halló solución en lo inmediato y desembocó en los más oscuros conflictos.
En las elecciones del 23 de febrero de 1958, en el plano nacional obtuvo el triunfo el candidato de la Unión Cívica Radical Intransigente, el doctor, Arturo Frondizi y en Azul el candidato del mismo partido, el señor Amado Diab.
Amado Diab logró completar su mandato como Intendente, dejando tras de sí una sucesión de obras que cambiaron audazmente la fisonomía del centro de la ciudad. Tres galerías comerciales nacieron para convertirse en el atractivo fundamental del micro centro azuleño. Por otra parte, los barrios comenzaron a recibir sustanciales mejoras en su infraestructura con la ampliación de las redes de servicios.
Como lo describían los azuleños, Diab era un ciudadano simple, amigo de la gente, un verdadero hombre de pueblo, cuya preocupación por el destino de Azul lo agobiaba, más aún cuando las elecciones del 18 de marzo de 1962 fueron anuladas por Frondizi ante un abrumador triunfo del Peronismo en el país y la inminente amenaza de un nuevo golpe militar.
La institucionalidad se sostuvo. En Azul, Enrique C. Squirru se convirtió en Comisionado designado por el Interventor Federal de la provincia. Su período al frente de la comuna fue breve y sólo tuvo la misión de inaugurar las obras iniciadas por Diab. Asimismo, dejó allanado el camino para nuevas elecciones.
Con el Peronismo proscrito, en el plano nacional Arturo Umberto Illia, candidato por la Unión Cívica Radical del Pueblo, obtuvo en los comicios de julio de 1963 un pobre triunfo (apenas el 21% de los votos) y en nuestra ciudad lo mismo sucedió con el candidato oficialista Pedro Armando López.
Pese al escaso respaldo, López desarrolló una gestión brillante, propulsando diversas obras y posibilitando la instalación de múltiples empresas. En 1964 se inauguró el servicio cloacal, que mejoró la red sanitaria, y comenzaron sus actividades industriales: IPA (Industria Papelera Azuleña), el Frigorífico Azul para Frutos del País y Sudamtex S.A. que se dedicaba a la producción de hilados plásticos.
Un viejo y grave problema quedó resuelto en 1965 con la reapertura de la avenida Piazza pavimentada a nuevo por completo. Con respecto a esta obra cabe destacar la acción de López, que consiguió los fondos para que a los vecinos no se les ocasionen gastos. Algo similar ocurrió con la avenida Pellegrini, otro importante acceso a la ciudad, habilitado tiempo después. Pero, a pesar de una gestión destacable, lo que sucedía a nivel nacional pronto produjo su impacto en nuestros lares.
El 28 de junio de 1966 los Comandantes en Jefe depusieron a Illia y entregaron la presidencia al General Juan Carlos Onganía. Apenas horas después, los cambios llegaron a la ciudad, Pedro A. López fue depuesto por Pedro Cremona y quedó disuelto el Concejo Deliberante. Luego, el 3 de julio, se prohibieron las actividades políticas en todo el país, ordenándose, desde el Gobierno Nacional, la venta de los bienes de los partidos políticos y la intervención de las Universidades en todo el país. Así se hizo también en Azul.
Sin demasiadas explicaciones, Cremona fue reemplazado por Julio Villanueva. Este último, renunció apenas ocho meses después sin haber podido realizar obras trascendentes, pues las arcas municipales se hallaban prácticamente vacías. Raúl López Pedraza, realizó un breve interinato de cinco días, dando paso a Francisco Toscano.
Toscano asumió el gobierno de la comuna como Intendente designado, el 12 de abril de 1967, y junto a él lo hizo el escribano Alfredo Begbeder. Ambos se constituyeron en una dupla de trabajo que proyectaron, entre otras obras, la moderna Terminal de Colectivos y la ampliación de la cuadricula pavimentada de la localidad.
El 5 de diciembre de 1968, visitó la ciudad el doctor Ricardo Balbín, quien pronunció un duro discurso que se mantuvo en boca de los azuleños durante varios días, entre lo dicho se destacó la frase: “…la eclosión habrá de producirse, inevitablemente…”.
Cuando el Gobernador de Buenos Aires, Francisco Imaz, visitó Azul en abril de 1969 se encontró con una ciudad en pleno cambio. A su tradicional estructura productiva agropecuaria y a sus características de centro administrativo y educativo–cultural, se le agregaba un importante proceso industrial representado por catorce plantas en pleno funcionamiento, además de silos e industrias de menor cuantía, entre los que se destacaba la Cerámica San Lorenzo.
Tras la habilitación del puente Benavides (obra que agilizó la movilidad de los ciudadanos), se anunció la construcción del que luego se llamaría “Lago Güemes”, constituyéndose en obras verdaderamente transformadoras.
En 1970, el nuevo Gobernador de Buenos Aires, el Brigadier (RE) Horacio H. Rivera, visitó Azul acompañado de algunos miembros del gobierno que elogiaron al Intendente y sus obras. El mismo año se instaló NOVOTERMIC en el Partido.
Nuestra comunidad parecía ajena a la realidad compleja y conflictiva del país. Sin embargo, gestada desde “las sombras”, en 1971, se produjo la llamada “Rebelión de los Blindados”, lanzada desde Azul por las unidades militares del Coronel Manuel García y el Teniente Coronel de Baldrich y desde Olavaria por el Regimiento del Teniente Coronel Díaz Loza. El Grupo de Artillería Blindado 1 de Azul, comandado por el Coronel de Piano, no participó del movimiento, haciendo que la rebelión fuera sofocada.
A fin de año, se firmó un convenio para la construcción del Aeropuerto Provincial de Azul y además visitó la ciudad el Gobernador Moragues, quien elogió los hospitales y el aspecto turístico de la ciudad, anunciando el envío de fondos para culminar la Terminal de Omnibus y el Hospital “Ángel Pintos”.
Un día después, el 18 de diciembre, una violenta turbonada se abatió sobre Azul derribando algunas estructuras de la Catedral y produciendo graves daños en las viviendas.
El 11 de marzo de 1973 se realizó un nuevo llamado a elecciones. El peronismo azuleño logró imponer a su candidato: el abogado Juan Carlos Peralta Reyes, quien consiguió 14099 votos contra 8321 del radical Juan Carlos Di Bernardi. Por su parte, en la provincia asumió el peronista azuleño Oscar Raúl Bidegain, y en la Nación Héctor Cámpora, celebrándose, asimismo, en todo el país por el retorno de la democracia y el aniversario de la Revolución de Mayo.
Poco después, Cámpora renunció, permitiendo, tras elecciones, la tercera asunción de Perón al poder.
La tragedia volvió a sacudir a la ciudad. El 19 de enero de 1974 se produjo el audaz asalto de la guerrilla subversiva, más precisamente el E.R.P., contra la Guarnición Militar de Azul, mostrando con crudo dramatismo la violencia desatada. En la defensa del cuartel perdieron sus vidas el jefe de los “Húsares de Pueyrredón”, Coronel Camilo Gay y el soldado Daniel González, cayendo gravemente heridos el jefe de la guardia, Teniente 1° Carlos Carullo y algunos de sus hombres, siendo secuestrado (y sacrificado a mansalva meses después) el jefe del Grupo de Artillería Blindado Uno, Teniente Coronel Ibarzábal, y asesinada fríamente en las últimas instancias del sangriento episodio la esposa del jefe, señora Hilda de Gay.
Los atacantes fueron perseguidos y derrotados. Pero las repercusiones llegaron más lejos: la provincia de Buenos Aires fue intervenida tras la renuncia del Gobernador Oscar Bidegain, gestándose el comienzo de la etapa más desgraciada de la historia nacional.
Isabel Martínez de Perón reemplazó a Juan Perón tras su fallecimiento y la situación se tornó insostenible. El 24 de marzo de 1976 el gobierno de “Isabelita” fue derrocado por el Proceso de Reorganización Nacional.
Azul también vio oscurecido su futuro; Peralta Reyes fue destituido y la Municipalidad fue, literalmente, tomada por el Teniente Coronel Héctor Jorge Michero de la Guarnición Azul del Ejército. Un mes después Carlos Manuel Ricardes quedó al frente de la comuna.
Si bien deba decirse que la administración de Ricardes fue moderada y escasa de obras, debe destacarse la puesta en funciones de la Comisión Administradora del Teatro Español, sobre la que recayó la responsabilidad de afrontar el rescate y restauración del abandonado teatro azuleño, que supo en otros tiempos acaparar la atención de la región. En los últimos meses de 1978, después de una celebrada victoria en el Mundial de Futbol, la comunidad, como toda la Argentina, vivió las angustiosas horas de un inminente enfrentamiento bélico con Chile y se volcó a la Estación Ferroviaria para brindar una conmovedora despedida a sus soldados cuando nuestras unidades militares, el Grupo de Artillería Blindado Uno y el Regimiento de Caballería Blindada “Húsares de Pueyrredón”, partieron hacia el lejano sur. Tiempo después, ya en 1979, se los recibió de regreso con júbilo, una vez aventado el fantasma del conflicto.
Sumida en la oscuridad de la dictadura, como reza su escudo, Azul siguió “Siempre fiel a la Patria”, a pesar de la decadencia y demencia de los ebrios de poder...